jueves, 27 de diciembre de 2007

José Antonio Portillo


Niños de todo el mundo convierten la tierra en un museo para conservar sus recuerdos.

En Macao (China), Sofia enterró sus zapatillas de ballet. En Viseu (Portugal), otros niños escondieron a 50 cm de profundidad sus objetos. Flavio su certificado de comunión, Margarida su pañuelo de algodón que necesitaba para dormir cuando era pequeña, Bárbara un lápiz que jamás quiso estrenar. En Evora (Portugal), Tiago su linterna China, Diogo un fósil de amonite, Denise su chupeta de bebé, la única que consiguió calmar su primer llanto. En Alcalá de Henares: Yossef los tres collares que le entregó su madre cuando se vino para España, Tomás la pelota que le permitió tener sus primeros amigos, Roberto la baraja de cartas con la que jugó durante muchos años con su padre que murió. En Nanterre: Sihem el pañuelo de su abuela, Hugo Jean un barco que hizo con su padre con cortezas de árbol, Léa una piedra que le dio mucha suerte. En Valencia: Amir un móvil de bebé, Edgar el DVD de su comunión, Sandra una camiseta de fútbol, Joan un muñeco de Buzz Lightyear, Fran una rana conservada en alcohol, Dani una foto y Nacho su colección de cochecitos en el mercado del Cabanyal. En Bilbao, Jurgi sepultó el calzado que le regaló su abuelo, Ekhiotz un gorila de peluche que le ayudó a superar su miedo y Zaika la bota que utilizaba cuando era pequeña. En otros muchos lugares y ciudades de todo el mundo, se siguen produciendo enterramientos como el de Sasha que enterró la Gran Enciclopedia de Estudiante que le regaló su padrino para que no olvidara la lengua de Ucrania cuando emigró a España. Son algunos ejemplos de los enterramientos producidos entre los años 2003 y 2007.

Durante ese tiempo, niños-as de diferentes ciudades han buscando en su memoria un objeto muy importante de su infancia. Un objeto que guardara un recuerdo, un tiempo pasado que no quisieran perder. Luego enterraron ese objeto en un lugar elegido por ellos, en su ciudad, para que nada ni nadie pudiese robar su tiempo pasado y así poder construir el Museo del Tiempo del Mundo.

A partir del 11 de Diciembre 2007, las compañías Albena Teatre y Tanttaka Teatroa irán mostrando por todas las ciudades y pueblos este Museo del Tiempo. Ahí podrán ver los espectadores el archivo donde se encuentran guardadas todas las memorias de los objetos enterrados, los objetos huérfanos de memoria, los objetos que fueron descubiertos accidentalmente y necesitan ser reparados y el lugar donde se realizan los trabajos para la organización del Museo del Tiempo. Al finalizar el espectáculo, cada niño recibirá una

ficha - carta donde se le invita a que el mismo busque en su memoria un objeto (la ayuda de los padres o adulto cercano al niño es de gran utilidad) para luego enterrarlo. Finalmente se solicita que sea enviada la foto o dibujo del objeto, un mapa donde se explique el lugar donde fue enterrado el objeto y una carta en la que se narre la memoria que está encerrada en el objeto que enterró. De esta manera todos los niños pueden formar parte, si lo desean, del proyecto de este Museo del Tiempo que se extiende por todo el Mundo.

Dirección: jportill2@gmail.com

Como parte de este proyecto, se publicó un libro”Museo del Tiempo”, editorial Kalandraka. En la edición aparece un mapa de las ciudades anteriormente indicadas donde se señala el lugar y el objeto enterrado, y en la parte posterior del mapa aparecen las fotos de los objetos enterrados y la memoria que encierran esos objetos.

Los autores de este libro Carmen Puchol (ilustradora) y J.A.Portillo (Autor y director del proyecto) ya recibieron con su anterior trabajo “Artefactes” el Premio Nacional al Mejor Libro Editado en Literartura Infantil y Juvenil, cuya versión teatral también fue realizada por estas compañías. Artefactes recibió el premio al Mejor Espectáculo Teatral en la categoría Infantil de Teatres de la Generalitat, Premio de la Crítica y finalista en los premios Max en las categorías de espectáculo Infantil y Escenografía ...................


El libro Museo del Tiempo fue producido dentro de un proyecto denominado Percursos, organizado por el Centro Cultural de Belem y Co-financiado por la Unión Europea.

Ahora llega a los escenarios, convertido en espectáculo teatral, bajo la codirección de Fernando Bernues y Laura Useleti, la dramaturgia de Patxo Telleria y la interpretación de Alezx Cantó Nacho Diago y Julio Salví, dispuesto a recorrer ciudades y teatros con el fin de dar a conocer a los niños este peculiar museo enterrado bajo tierra.



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